Esa es una completa definición de lo que fue viajar desde Pte Alto hasta Valparaíso en cleta.
Aprovechando el feriado religioso de “Lo Vásquez” nos lanzamos directo a Valpo, fuimos un grupo armado entre los amigos de amigos, siete era nuestro pelotón que paso raudo por la Alameda a 20k en promedio, los autos evitan a grupos de ciclistas y dan la distancia necesaria para poder movernos con menos miedo pero con la misma precaución, la suma es cientos y cientos, la Alameda se tiñe de compañeros de ruta y destellos de pequeñas luces blancas y rojas por todos lados.
Enfilar de madrugada y ser miles los que pedalean es una experiencia enriquecedora, la fuerza mental, los amigos y el training son fundamentales para que el viaje de 120k desde Plaza Italia no sea un fracaso a medio camino por falta de fuerzas, por mantener mal tu querida cleta o simplemente por no llevar el abrigo necesario.
En cada salida de túnel el frío era rudo, pero las cientos de luciérnagas que veías bajando a todo lo que les permitía su cleta era mágico y bello. Titilando la luces traseras parecía miles de bichitos rojos en el aire que te invitaban a pedalear para pronto alcanzarlas, una vez que pasabas a alguno, dos te pasan a ti, a ese ritmo el frío prontamente está en segundo plano y lo único que querías era viajar más cerca del viento.
Son cientos los escarabajos rojos que suben poco a poco las cuestas, mirarlos te da ánimo para continuar, ver la columna de la izquierda subir más rápido que la derecha hace que no te desalientes y tomes fuerzas para subir, muchos se bajan, nosotros solo parábamos en las bajadas, nunca en la subida, por ahí hacemos un alto en un puesto que fundamentalmente vende plátanos, estos a las 4am son una delicia para poder continuar con el pedaleo de madrugada.
Amanecer y el frío en la carretera pronto pasa con las subidas constantes, la cordillera de la costa a veces hace las cosas más complicadas, el cuerpo entra en calor prontamente, el orgullo/cletero sale a flote para no bajar en casa subida que uno piensa es la última. Veo a cientos caminar con sus cletas en las subidas, la charla constante hace que el viaje sea corto y entretenido, comentamos los arreglos nocturnos, tallas, historias y las velocidades alcanzadas, esto es una tónica para medir el promedio del grupo de amigos de las cletas.
Muchos van muy preparados y no pueden con las subidas, otros tantos ni tan preparados hace el viaje completo, tranquilos, sin tanta tricota, frenos de disco, marcas o llantas finas, acá lo que prima es la constancia en el pedalear, si estas acostumbrado a tu cleta y la mantienes, aunque sea de fierro llegaras al destino sin grandes problemas, en cambio por más que tengas la última generación en tu monita, si no haces cleta periódicamente, indiscutiblemente a mitad del camino estarás full sudando y lo más probable puteando porque no te dijeron de lo cansador que era o pensando que subestimaste el tremendo viaje sobre pedales.
Pasando Lo Vásquez las subidas se suceden y el amanecer ya queda atrás, el sol nos pica la espalda y la ropa se va al bolso o la mochila, pensar en el desayuno en el Mercado nos hace pedalear a conciencia y pronto Valpo aparece ante nosotros, imponente con sus lluvia de colores y olores, la feria nos recibe armándose y nuestra meta de huevos revueltos pronto se hace presente.
La playa llena de cletas es motivadora y lo es más el pedalear por el “Plan” de Valpo o junto a la costanera, mirando el puerto y las playas que rebosan en bikinis, cletas y toallas, pasamos el día en banda, llegamos a dormir al Centro Cultural Playa Ancha, donde funciona Mil Tambores, ahí nos esperaba un colchón sacos de dormir y un descanso de 12 horas sin despertar!
Valpo/Viña es cerca, a los más 15 minutos en Cleta, pedalear muy cerca del viento salado es un tremendo agrado, raudo pasan las olas, raudos disfrutamos, Valpo/Viña/Valpo en esa estamos cuando llega la hora de volver… bus directo a Stgo, le sacamos una rueda y montamos la cleta directo al maletero, llegamos a Stgo, el calor nos golpea, pero ya avanza la tarde… pedaleamos al Forestal a jugar y ver jugar, malabarear un rato, de pasada nos pasamos a una gran feria de las pulgas en Plaza Brasil y luego terminé bailando a Juana Fe al frente del Bellas Artes por una Patagonia sin represas…
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Una respuesta a «Un viaje cargado a la magia…»
Tremendo fin de semana!