…en cada salida de túnel el frío era rudo, pero las cientos de luciérnagas que veías bajando a todo lo que les permitía su cleta era mágico y bello. Titilando la luces traseras parecía miles de bichitos en el aire que te invitaban a pedalear para pronto alcanzarlas, una vez que pasabas a alguno, dos te pasan a ti, a ese ritmo el frío prontamente pasaba a segundo plano y lo único que querías era viajar más cerca del viento…
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