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Arrebol…

Caminaron una infinidad de cerros y llanuras, se tomaban del dedo pequeño de la mano cada vez que alguno quedaba unos pasos por detrás, sus conversaciones en pocas ocasiones eran finitas, pasaban de la risa a la charla cómo los niños saltando posas después de la lluvia, a veces se detenían a mirar un pájaro volar o escribir un poco en la pequeña libreta que llevaban, donde anotaban cada uno de los olores que siempre los envolvía haciendo revolotear mariposas a su pasar.

Juntos degustaban el sabor de la primavera, sopesando muy bien a qué sabe el viento, la brisa marina y el sol que aparecía siempre entre tanta alegría compartida.

A veces su pulso se sincronizaba haciendo alguna pirueta, corrían descalzos hablando del placer de pisar la arena cerca del mar, el tiempo delimitaba su andar y a veces dormían caminando meciéndose en algún tiempo lunar.

La intriga los inundaba pensando en degustar, a veces se preguntaban a qué sabían cuando sonreían, cuando hablaban o cuando se confundían en un solo pensar, uno de ellos un día mirando de medio lado al pasar preguntó: A que sabemos? el otro respirando profundo respondió : Sabemos… sabemos a arrebol.

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