Mi hermana poco a poco le toma el peso a escribir constaste, hoy no solo aporta con el texto, sino que también con la fotografía tomada con su celular, ella esta aplicando las nuevas tecnologías para dar a conocer el mundo en el cual ella vive y se desenvuelve constantemente.
Siempre estoy contento por ella, me gusta que sepa que la amo!
Acá su ultimo texto, esperamos los comentarios
Hoy quiero compartir una pequeña reflexión donde cada día descubro un montón de sentimientos y cosas bonitas»…
De lunes a viernes en Morandé con Alameda, justo en la esquina del Palacio de la Moneda, en pleno barrio cívico, donde se mezcla la política, la contingencia, proyectos, finanzas y todo eso que los adultos manejan, ahí, todos los días hay un grupo de niños son dejados en buses por sus papás, para que sean trasladados al jardín infantil, son niños entre bebés y pequeños de cuatro años, niños y niñas que bajan con pequeñas mochilas desde los papús, algunos van remolones por el tuto, otros simplemente no quieren bajar desde los brazos del Papá o Mama, en cambio existen otros que simplemente bajan directo al kiosco y piden papitas fritas, jugos, u otras golosinas»…hasta aquí no he escuchado ningún papá decir que no, creo que es una manera de acallar los sentimientos de culpa por enviarlos lejos de ellos.. (Más de alguna vez sentí eso, aún a veces lo siento).
Otros con inmensa alegría se saludan con sus amigos, lo habitual es ¡hola Nico! Cómo tai!. También siempre en la puerta de entrada del bus hay una dulce mujer que les espera a cada uno, les saluda haciéndoles sentir que son únicos, los abraza, los besa y con una gentileza increíble les invita a subir al bus, siempre los llama por su nombre (que memoria).
Rodeando esos buses hay Carabineros, no sé si es por protección innata o fueron enviados a cumplir ese rol»…para estos pequeños es tan obvio y natural estar bajo la protección de ellos…
Muchas veces me he sorprendido observándolos mientras avanzo a mi trabajo, es una sensación tan especial mirar a esos niños, mirar como los visten, como ríen, o mirar esas caritas entre pena y tuto»…es como estar mirando un hermoso jardín.
También me cuestiono ¿porque están ahí y no durmiendo en sus camitas?, pero otras veces pienso en lo afortunados que somos al tener niños ahí, tranquilos en una calle y felices de ir al encuentro de las canciones, de sus amigos y de los colores, cuántos niños en el mundo sólo se rodean de guerra y dolor?.
Mientras tanto me incorporo lentamente a mi rutina para empezar nuevamente a trabajar en el barrio cívico, y así contribuir por un Chile mejor, en el futuro de esos niños.
Mirando a estos niños, aún confió en el mundo.