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EL CARNAVAL: EL SENTIDO VITAL DEL TIEMPO

Por Maximiliano Salinas C. / Departamento de Historia Universidad de Santiago de Chile

 

¿Cómo representamos el tiempo? El imaginario patriarcal nos proporciona un arsenal de signos, símbolos y señales del tiempo. Como una sucesión de enfrentamientos, conflictos y guerras. Interminables. Es cosa de ponerse a contar: Primera Guerra Mundial, Segunda Guerra Mundial, ¿Tercera Guerra Mundial? Para contar esa sucesión de tragedias no han escaseado relatos y metarrelatos. Cronistas, archivos y museos. Y ahora, todos los días, los noticiarios de la televisión. Cambian los formatos, pero los relatos son los mismos. ¡Dan cuenta de un mundo infeliz!

Obviamente esta es una dimensión muy pequeña, recortada del tiempo. Es su representación, reitero, patriarcal. Donde se valora y se enseña la lucha, la competencia, la agresión, el éxito. En Chile esta representación del tiempo hizo escuela, y formó nuestras escuelas. En el siglo XIX tuvimos que ser los ingleses de América del Sur. Con el encierro neoliberal del siglo XX pasamos a ser los Chicago Boys de la Guerra Fría. La cronología de este tiempo segregador, serio y trágico es como la sucesión de las salas del Museo Histórico Nacional. Dejando atrás la pequeña y oscura sala 1 de los ‘primeros habitantes de Chile’, se va desde la sala 2 del ‘descubrimiento y conquista’ por los europeos hasta la sala 18 con el golpe militar de 1973, y los anteojos destrozados del Presidente Salvador Allende. ¿Fin de la historia?

¡El tiempo de la vida es el que falta!

El sentido más original y originario del tiempo es la exaltación y la celebración de la vida. Los sucesos de este tiempo, la multitud de las fiestas que celebran desde el nacimiento singular de cada persona hasta la consumación de su itinerario vital, instalan un escenario variopinto festejado por todos los pueblos del mundo. Bautizos, casorios y velorios. Siembras y cosechas. Es el ritmo impresionante de la tierra y de los pueblos de la tierra. En Chile esta historia si no se ha contado se ha vivido a todo trapo. Es la historia milenaria de los pueblos indígenas, con su extrema sabiduría. Es la historia no contada de los pueblos mediterráneos que nos trajeron palabras, canciones y bailes. Es la historia campesina y terrestre de los pueblos de África. De toda esta enjundia venimos nosotros. Y con ella vamos de atrás para adelante, y de adelante para atrás.

Esta historia no es individual ni trágica. Esa la inventaron, para desgracia colectiva, los vigías o intelectuales de un mundo exclusivo, colonial. La historia del tiempo de la vida es la historia de la vida de todos, con todos, y para todos. Comunitaria, afectiva, esperanzada. Así se creó una tradición nutritiva y cósmica. En diálogo con todas las formas de la vida. Junto al mar, a las montañas, a los animales.

La expresión cumbre del tiempo de la vida es el Carnaval.

Con diferentes denominaciones se celebra entonces la locura de la fertilidad de la vida. La regeneración de la naturaleza de las plantas, los animales y los seres humanos, de todos los seres vivos. Exaltación sensual, animación de los cuerpos, llegada de la primavera. Patrimonio de todos los pueblos: en África, en Europa, en Asia, en las Américas. En Chile el carnaval se reinventa cada día, en cada región, en cada generación. Junto a la belleza de la vida natural y la vida social de todos nosotros. Tiene la riqueza de los pueblos de los Andes, con sus tinkus y comparsas. La riqueza de los pueblos de África con sus tambores y morenadas. La riqueza de los pueblos mediterráneos con sus ritmos y bailes gitanos y árabes.
En 1862, Pedro Ruiz Aldea, escritor sureño, decía que las razones para celebrar la vida en Chile eran infinitas. Carnaval todo el año: “¿Se casó usted? A darle los parabienes. ¿Le nació algún niño? Bautizo y sandunga. ¿Se le murió más tarde? Angelito en la noche. ¿Falleció su señora? Velorio y refresco. ¿Le llevaron a enterrar? Vino para los cargadores.” (Pedro Ruiz Aldea, En perpetuo Carnaval, en La Tarántula, Concepción, 24 de diciembre de 1862). Un siglo después, en 1970, Salvador Allende, con la esperanza de un tiempo festivo y fraterno, con un sí es no es de carnaval, de empanadas y vino tinto, dijo: “Este Chile que empieza a renovarse, este Chile en primavera y en fiesta, siente, como una de sus aspiraciones más hondas, el deseo de que cada hombre del mundo sienta en nosotros a su hermano.” (Hernán Godoy, Estructura social de Chile, Santiago: Editorial Universitaria, 1971, 593).

Nuestros grandes artistas del siglo XX -intérpretes de la más acendrada historia natural y social- contaron no sólo las tristes desavenencias del tiempo patriarcal, sino la exaltación de un acontecer grávido y gravitante de vitalidad. Hay que aprender a escucharlos. Gabriela Mistral, por ejemplo, se entusiasmó con los tambores de los pueblos de nuestra morenidad:

“Se oyen cosas maravillosas
al tambor indio de la Tierra: […].
Se oyen trillas, se oyen fiestas. […]
y lleva vivos y lleva muertos
el tambor indio de la Tierra.”
(Gabriela Mistral, La Tierra: Ternura).
“Panameño, panameño,
panameño de mi vida,
yo quiero que tú me lleves
al tambor de la alegría. […].
¡Vamos por ningún sendero,
que el sendero sobraría,
por el tumbo y el jadeo
del tambor de la alegría!”
(Gabriela Mistral, Tamborito panameño: Tala).

¡Quién lo creyera! Hemos hecho de Gabriela Mistral una mujer sin tambor. Recuperemos su ardor vital indígena y africano, de donde provenían sus sangres cruzadas en los valles de Coquimbo. En 1791, en el valle de Aconcagua, un esclavo africano, Mateo Ramos, tocaba el tambor en una fiesta religiosa dedicada a Santo Domingo. La hija de su amo blanco le ordenó al negro que se retirara porque le quitaba la vista. El africano, que a lo mejor a qué espíritu de su pueblo honraba bajo la máscara católica, le contestó: “No me quitaré. Estoy celebrando a alguien superior a usted, mujer engreída.” (Gonzalo Vial, El africano en el reino de Chile, Santiago: Universidad Católica de Chile, 1957, 146-147).

Celebramos ahora los quince años del Carnaval de los Mil Tambores de Valparaíso. Mil tambores, miles de vidas. A orillas del Océano Pacífico, ese escenario colosal que también es un prodigioso ser vivo. Ojo con los tambores: “Cuando el tambor comenzó a golpearse a sí mismo, se levantaron todos los que desde cientos de años atrás estaban muertos y vinieron para ser testigos de cómo el tambor tocaba el tambor.” (Amos Tutuola, 1920-1997, escritor de Nigeria, inspirado en la tradición oral yoruba, en Janheinz Jahn, Muntu. Las culturas de la negritud, Madrid: Guadarrama, 1970, 215).

Conferencia: Cómo celebramos las y los chilenos / Carnaval Mil Tambores, Valparaíso 2014. Ex cárcel de Valparaíso, 3 de octubre de 2014.
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Historias

Carnavaleando!

Imagen 106Este último tiempo he pasado de carnaval en carnaval, no sé muy bien cuando comenzó, pero fui a   la fiesta del Bicentenario donde vi muchas bandas que me gustan y otros que siempre encuentro que   no son malas, sino por lo menos para mi! aburridas, lo bueno es que la gente que asiste es diversa y se tiene espacio para todos, lo mejor fue que   estuvieron más o menos 10 minutos cada banda, por lo tanto casi todo hicieron un mix de sus temas más conocidos y con esos minutelis no me aburrí, fueron algo así como 50 bandas, los que estuvieron más tiempo fueron Los Jaivas, para mi,   ver a la   gente disfrutando en la calle, bailando y cantando, creo que no tiene precio, definitivamente me gusta la democracia.

IMG_8860He continuado con carnavales y fiestas varias, pase un dieciocho, más que carreteado,   pero sobre todo contento, en familia, una que se esta reencontrando después de años, no de peleas, sino de distancias, me reí elevando volantín, charlando y conversando con los demás.Además fui a varias fondas juntos a amig@s, también celebre en alguna peña invitado por los payasos de la Florida, hoy haciendo memoria,   me quede con algunas tareas para el próximo año, como aprender a bailar cueca brava, debo recordar que es la fiesta del año donde mejor lo pasé, viendo como los niños bailan y los adultos y jóvenes cada día la aprender de mejor manera, hace un tiempo hablando con mi papá le dije: «Creo que estoy viviendo una época privilegiada de la historia de Chile, me siento contento y orgulloso por ello» por lo tanto estoy tratando de aprovechar al máximo, para convertir esta historia, mi historia en una de las que me gustan tanto, ósea que sea digna de contar.
Posterior al Dieciocho me fui digital 132a «Mil Tambores» en Valpo, como siempre y hace años es un carnaval maravilloso, con muchos sonidos, cansancio, caminatas, pero sobre todo alegría, hice los primeros contactos con la escuela Carnaval de Playa Ancha para que asistan a un futuro carnaval que tengo en mente hacer en las calles de Puente Alto, de ahí vinieron un par de viajes a la playa! Valpo primero, posteriormente a Cartagena y el Quisco con muy buena y entretenida compañía, en las calles de Cartagena nos hemos vuelto a encontrar con otro Pasa-Calles, en este caso gubernamental, donde las poblaciones compiten por quien es la más organizada y más llamativa!

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Junto al grupo de Batu Klan Zinho organizamos la salida a Carnaval de la Legua, el cual estuvo muy bueno, siempre es maravilloso cuando la gente se toma y ocupa los espacios públicos, los cuales por derecho natural le pertenecen, La legua hace un llamado a su gente y a los gestores sociales no solo de su comuna sino de la calle, a los artistas callejeros a apoyar las iniciativas de no violencia y de gestión popular para su gente, donde el espectáculo pasa por tus narices ósea por tu casa!

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Hoy me siento un tipo, más completo haciendo gestión social, apoyando las iniciativas, moviendo a mi grupo, sobre todo hoy soy un tipo más contento.

«Que esta humilde muestra de humanidad llamada carnaval, es la revancha a los odios y desencuentros. Que nuestra forma de lucha es con flores y millones de sonrisas y colores, mucho más poderosas que las balas. Que este carnaval, es nuestra otra mejilla»

Nick del msn de alguno de mis contactos: América me hablo de Ernesto.

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Patty

La vida es un carnaval»…

Con procesos lentos se acostumbra a escribir la Patty,  a dar una parte de ella a sus lectores, que algunos son también míos, con pequeñas muestra de constancia en los textos, damos a entender el respeto por la gente que entra constante en busca de una nueva historia.

La Patty esta de nuevo «On line».—>

pezca german 354Hay ocasiones en mi vida en que me detengo y pienso porque me gustan tanto las fiestas?. Será un tema genético, mi madre   cuenta que   a mi abuela Zulema le encantaba tener la casa llena de gente y organizar encuentros en grande, también sé que mis abuelos paternos eran muy fiesteros y alegres, en su casa siempre había música, de hecho mi abuelo tocaba muy bien la guitarra.

También recuerdo a mi tía Eliana, ha ella también le gustaban mucho las fiestas y ni hablar de mi mamá, ella la reina de las reuniones sociales, alegre, atenta y sobre todo le gusta   tener siempre la casa con mucha gente.

Sin duda me viene de ahí este afán de hacer de cualquier cosa un encuentro social y sí de celebrar algo puntual se trata con mayor razón!, para eso siempre cuento con la complicidad de mi mamá en la comida, mi marido siempre piensa en la música más el copete y mi hermano en la animación (batucada, magia, luces, etc.) y yo?, yo siempre pensando en quienes quiero que disfruten de esa fiesta.

Pero sin duda cuando de armar una fiesta en el trabajo se trata eso es todo un desafío para mi, ahí estoy sola y debo ver quienes enganchan conmigo, afortunadamente de un tiempo a esta parte nunca falta quien se anima y como el jefe sigue siendo el mismo, basta con que él diga que sí! para yo empezar a armar todo el cuento.

Generalmente   distribuyo las responsabilidades y al final armo todo. Así empieza la fiesta, lo que más disfruto es ver a todos felices, bailando, compartiendo, eso me llena de orgullo, cuando todos se transforman en   amigos   aunque apenas se vean en esa ocasión, pero suficiente para no olvidar, siempre me llama la atención ver personas que no tienen nada en común y terminan como si se conocieran de toda la vida.   Me llena de orgullo terminar cansada, pero cansada de haber bailado, de supervisar todo los detalle y lo más importante terminar cansada de reír tanto.

La vida hay que disfrutarla siempre y si esto es siempre una fiesta mucho mejor, creo que después tendremos mucho tiempo para estar en silencio, con la luz apagada y como dijo esa negra linda: «La vida es un carnaval»…»